1.4 tres estilos de trabajo en las ciencias sociales - Carlos A Vasco




Fragmento de: Comentarios a propósito del artículo "Conocimiento e Interés" de Jürgen Habermas
Tomado de: Carlos Eduardo Vasco U. Bogotá, Septiembre de 1990, 5a. Edición. CINEP Centro de Investigación y educación popular


Los intereses intrateóricos en los ciencias antrópicas.
Vamos a estudiar en primer lugar los intereses de tipo teórico que rigen la manera de hacer ciencia, luego caracterizaremos esos intereses con unas pocas palabras, y después precisaremos el tipo de ciencia correspondiente. (De paso, anuncio de una vez que no quiero hablar tanto de "ciencias" como de "disciplinas"). La situación quedará diagramada por el siguiente cuadro sinóptico que iremos completando posteriormente.

Presupuestos
a. En primer lugar quiero dar dos presupuestos breves: el primero es que yo parto de que los intereses con los cuales se hace ciencia son todos concreciones de un interés mucho más amplio por el cual el trabajo social ha adoptado el aspecto científico, y es que hacer ciencia tiene un interés de supervivencia de la especie. El trabajo científico es evolutivamente orientado por un interés de supervivencia; el que se tome el "rodeo teórico" no es una simple cuestión de gustos o una simple cuestión de ser "más inteligente" que el que hace trabajo manual: es una simple cuestión de ciertas desventajas genéticas de nuestra especie. Y o creo que nuestra especie sí viene de las especies previas a los monos, y precisamente viene de algunas subespecies que podemos llamar de "monos tarados", que no podían competir con los otros monos más fuertes en dientes, en garras, en músculos, o en otro tipo de energías vitales; la supervivencia obliga a estas especies que están en desventaja a adoptar rodeos teóricos para sobrevivir. Yo ubico pues las raíces del interés científico dentro de la supervivencia de las especies y subespecies en un período anterior a la división entre hombres y monos.
b. La segunda aclaración es que la palabra "ciencia" no es inocente. Se ha vuelto un arma de lucha, un martillo con el cual yo golpeo a alguien cuando le digo "anticientífico", y un incensario con el cual lo ensalzo cuando le digo "científico". Se vuelve un arma de lucha, y pierde mucho de lo que podría ser un concepto teórico. Para no entrar ahora en la discusión de qué es ciencia y qué no es ciencia, y hasta qué punto algo es ciencia y hasta qué punto es ideología, propongo que nos reduzcamos a hablar simplemente de "disciplinas" en el sentido de un cierto cuerpo de conocimientos, de tesis, de datos organizados, en cuanto están siendo sostenidos por una comunidad que cultiva ese mismo cuerpo teórico, instrumental, e informativo como una comunidad científica unidisciplínaria. Esta noción de lo que es una comunidad científica nació a raíz del libro de Thomas Kuhn La estructura de las revoluciones científicas.
Ese libro es uno de los primeros tomos de la Enciclopedia de Ciencia Unificada de la Universidad de Chicago, pero fue prácticamente el que derrumbó la misma concepción teórica de "ciencia unificada". Lo que pretendió ser una enciclopedia de reconstrucción de la ciencia a partir de una concepción unificada, llevó a partir del libro de Thomas Kuhn a romper precisamente esa idea de "Ciencia" en singular y con mayúscula. El adopta la noción de "paradigma" para mostrar cómo durante un tiempo un grupo de científicos hace ciencia de una manera muy específica. En el postscriptum de la segunda edición precisa más lo que él quiere decir con "paradigma" y desvía la atención hacia la noción de "comunidad científica", en el sentido unidisciplinario: la que lleva históricamente, como subsistema social, esa disciplina. No hablemos pues de una "ciencia" en el sentido de descalificar a las que no lo son; hablemos más bien de una "disciplina" en el sentido de ese cuerpo teórico, de datos, de tesis, de libros, de instrumentos, que está siendo producido, reproducido y enriquecido por una comunidad científica en un momento histórico dado.

a) El interés de predicción y control. Con éstas dos aclaraciones empecemos a analizar los tres tipos de interés de que nos habla la Escuela de Frankfurt. En primer lugar, a partir del interés de supervivencia que la ciencia ha tenido -sobre todo la llamada "Ciencia Moderna" a partir del siglo XVI y XVII- es bastante clara su trabazón con un modo de producción y con unos intereses económicos. Se puede decir que, si se trata de superar la mera descripción, para llegar a una explicación, el principal interés de las disciplinas científicas es predecir lo que va a pasar, para poderlo controlar si es posible; ese interés que busca el dominio de la naturaleza es lo que llama la escuela de Frankfurt el "interés técnico", derivando el adjetivo de la techné de los griegos. No significa "técnico en el sentido de tecnología aplicada; es el interés por la predicción y el control. La astronomía que trata de superar la descripción y busca explicar lo descrito, se queda únicamente en la predicción. ¡Es muy difícil controlar un eclipse o controlar una conjunción de planetas! Pero ya el lanzamiento de satélites artificiales permite no sólo predecir sino controlar la órbita de algunos aparatos que a veces vuelven a la Tierra y otras veces se queman en la atmósfera.
Hay pues interés por la predicción, que preside este interés técnico. La geología y la geofísica, por ejemplo, ni siquiera llegan al nivel de predicción: no se puede predecir todavía un terremoto. Hay que tener cuidado en no decir que el interés técnico logra predecir y busca poder controlar, aunque ese rodeo teórico exija aun varios siglos. Así, aunque la geofísica no pueda aún predecir terremotos, sin embargo, busca poderlos predecir y ese es el interés que guía gran cantidad de trabajo científico en geofísica. Nótese que uno diría fácilmente que este tipo de interés teórico es mas bien "practico": es interés por controlar, es un tipo de interés de tipo "practico" en el sentido usual de la palabra. No debemos desorientarnos por la palabra "practico" que va a surgir mas adelante en el contexto del articulo de una manera algo difícil de interpretar. Este tipo de interés técnico produce las disciplinas empírico - analíticas: "empíricas" en el sentido de su intermediación directa con el mundo empírico, con el mundo sensible, con el mundo de lo observable; y "analíticas" en el sentido de que su manera de funcionar es predominantemente la de desagregar los sistemas con los que trabaja, para que al desmontarlos aparezca alguna manera de predecir, controlar, explicar por relaciones causales internas o externas. Se nota inmediatamente que cuando está guiada por este tipo de interés, la disciplina en cuestión así sea de tipo biótico, abiótico o antrópico, claramente tiene ese estilo de ruptura del sistema objeto de estudio en sus componentes para reconstruir después ese mismo sistema por medio de r4áciones y transformaciones. Es claro además que este primer tipo de interés que hemos llamado "técnico" está directamente ligado con el trabajo humano.
Mi impresión es que todas las disciplinas de los niveles abiótico y biótico preantrópico buscan este interés técnico, no en el sentido tecnicista de hacer máquinas, sino en el sentido técnico teórico de explicar para predecir y controlar la realidad. (Nótese que hablo de explicar en un sentido restringido: todos los tipos de interés pretenden de alguna manera explicar. Lo que pasa es que el tipo de explicación que se busca con el interés técnico es distinto: es una explicación de tipo causal muy específica).
A nivel antrópico hay una buena parte del trabajo científico que se lleva a cabo también con ese interés técnico, y que por lo tanto produce disciplinas antrópicas de tipo empírico-analítico muy importantes y muy útiles.
b) El interés de ubicación y orientación
En la lucha de tipo ideológico-político en que se mueve el trabajo científico hay un fuerte interés en afirmar que las disciplinas empírico-analíticas son las únicas ciencias, las únicas disciplinas que merecen el calificativo de científicas, y que todo el trabajo a nivel antrópico que no siga este modelo es anticientífico. Es fácil encontrar en las facultades de psicología personas que dicen que todo lo que no sea psicología de este tipo empírico-analítico según el modelo preantrópico, no es científico, es especulación. También se encontrarán sociólogos muy serios, con famosas publicaciones internacionales que afirman que cualquier otro tipo de sociología que no se reduzca ascéticamente a este nivel, ya no es científica sino ideológica. Se encontrarán economistas que descalifican a los colegas que tratan de romper la barrera de lo técnico, diciéndoles que ya dejaron de hacer economía, y que lo que están haciendo es filosofía -tomando "filosofía" en ese sentido peyorativo que le dan algunas personas-. Se encontrarán antropólogos que al tratarse de la reconstrucción de una cultura, sea contemporánea o primitiva, exigen que su disciplina se reduzca a una descripción sumamente objetiva de los datos observables sin intentar pasar al nivel de explicación por metas y significados. Sin embargo, Habermas sostiene que, dentro de esta lucha al interior del trabajo científico, ese es sólo uno de los posibles intereses que legítimamente deben llamarse científicos, y que hay un interés que no busca ya la predicción y el control, sino que busca ubicar la práctica personal y social dentro del contexto histórico que se vive. Hay pues un interés legítimamente científico, serio y disciplinado, que busca comprender más profundamente las situaciones para orientar la práctica social, la práctica personal, la práctica del grupo o de la clase dentro del proceso histórico. Nótese los verbos "ubicar" y "orientar", y los señalo como más importantes que la palabra que utiliza Habermas, porque esa palabra puede ser desorientadora en cuanto a sus connotaciones. Debemos afirmar que sí hay un interés de hacer ciencia, que más que la predicción y el control, busca la ubicación y la orientación de la praxis. Ese tipo de interés también produce reflexión científica seria y disciplinada. A este interés lo llama la Escuela de Frankfurt "interés práctico". Si uno empieza por mencionar la palabra "práctico", generalmente está desorientando al auditorio desde el principio, porque cuando uno habla de "cosas prácticas" está hablando de cosas muy fáciles de manejar, que sean muy útiles y que funcionen bien: "Es una grabadora muy práctica". Entonces es claro que la sola consideración de la palabra "práctico" puede llevar en una dirección equivocada. Se trata es de ubicar la praxis social y personal dentro de la historia, y de orientar esa praxis; por lo tanto, este interés, por más que sea teórico, no está alejado de la praxis; tan poco alejado está, que Habermas, decidió llamarlo "interés práctico", a pesar de que todo el que oiga la palabra "práctico" la entienda mal. Tal vez podría sugerirse hablar de interés "praxico" para que la palabra extraña obligue a pensar la diferencia. Este nivel de reflexión guiado por el interés práctico en el sentido de la Escuela de Frankfurt, lleva a disciplinas que ellos llaman histórico-hermenéuticas. Estas disciplinas histórico-hermenéuticas tienen pues dos aspectos: en primer lugar, trabajan con la historia como eje: Se ha llegado a decir que no hay sino una sola ciencia antrópica que es la historia; y si vamos a analizar disciplinas de este nivel antrópico, efectivamente debemos decir que hay una ciencia privilegiada de la cual las otras son aspectos: la historia económica, la historia política, la historia jurídica, la historia social, etc.
El objeto de cada disciplina lleva a privilegiar facetas de la historia; pero si esas disciplinas, dejan de ser historia, dejan de ser también ciencia, o bajan al tipo que busca solamente la predicción y el control. No hay que entender la historia como una mera reconstrucción del pasado; tan histórico es el momento actual como el tiempo pasado, y tan históricas son las decisiones del presente gobierno de modificar los impuestos y de subir la gasolina como las que tomó Simón Bolívar de irse para Haití y de subir por el páramo de Pisba. Dicho de otra manera, no tenemos que dejarnos llevar por la idea de que lo histórico son las casas coloniales. Lo histórico significa también sentirse hacedor de historia en este momento. Por eso se trata de ubicar y orientar la práctica actual de los grupos y las personas dentro de esta historia que estamos haciendo y empezando a hacer, y de la que todavía somos mas bien víctimas que actores.
En segundo lugar, se acentúa el aspecto hermenéutico, es decir, el deseo de interpretar la situación. El "hermeneuta" en griego es el intérprete, el traductor. La hermenéutica se originó como un intento de reconstruir esos momentos en los cuales surgieron los diversos libros del Antiguo y Nuevo Testamento. Los estudios exegéticos llevaron a que se avanzara muchísimo en aprender a leer entre líneas y a recuperar toda la información arqueológica, artística y literaria para reconstruir el momento en el cual una comunidad produce un texto, la situación en que se encuentra ese texto en la comunidad, su función de sentido al interior de ella, el Sitz im Leben de que hablan los estudiosos de la Biblia, o sea, el sitio que ocupa un texto en la vida de la comunidad.
A partir de este origen en los estudios bíblicos se pasó después a la hermenéutica de textos literarios; se vio que la hermenéutica bíblica era sólo una parte de una disciplina naciente a comienzos de este siglo, que culmina con algunas hermenéuticas más refinadas como la de Gadamer y las hermenéuticas de tipo crítico. Se trata de dar una interpretación global a un hecho, de comprenderlo, de darle el sentido que tiene para el grupo que está comprometido en esa praxis social. Pero el estilo ya no es predominantemente analítico en el sentido de tratar de desbaratar un sistema y de dejarlo separado para poderlo ver claro. La historia y la hermenéutica tratan precisamente de reconstruir todas esas piezas aisladas que aparecen en las diversas interpretaciones de los hechos, en los diversos textos, en las diversas versiones, en los diversos hallazgos arqueológicos, literarios, lingüísticos, para recapturar un "todo-con-sentido". Ese todo-con-sentido es el que da la clave hermenéutica. Por ejemplo, si se trata de reconstruir el ambiente de la familia campesina del siglo pasado, se tiene una gran cantidad de datos arqueológicos, de datos históricos, de datos biográficos, periodísticos, lingüísticos, económicos, etc. El interés de ubicar el campesinado de ayer y de hoy, y tal vez, el interés de orientar la práctica del trabajo campesino de hoy y de mañana, lleva a los investigadores a tratar de reconstruir el todo-con-sentido que era una familia campesina del siglo pasado, de una de las cuales descendemos muchos de nosotros. Este estilo de hacer ciencia tiene más bien un sentido sintético que analítico, por más que tenga necesidad de un momento analítico para descomponer diversos aspectos del cuadro para recuperar la totalidad. En diversas disciplinas del nivel antrópico encontramos este interés específico en acción. Por ejemplo, si usted está trabajando en economía, y trata de reconstruir el sentido de las palabras "oferta" y "demanda" y de conceptualizar lo que significa la preferencia del consumidor, lo que significa el costo de producción en una sociedad dada, etc., ya no está usted tratando de cuantificar, sino que está tratando de discutir el concepto mismo que se quiere cuantificar, de entender por qué se seleccionó ese concepto, etc.; ese es un trabajo de tipo hermenéutico. Una psicología de tipo fenomenológico de corte Rogeriano, muy común en nuestras facultades de psicología en los cursos de psicoorientación y consejería, lleva a que la psicología se tome como un intento de analizar globalmente la situación de la persona, de dejar que ella misma descubra el sentido de su situación histórica. Es pues un trabajo de tipo histórico-hermenéutico guiado por un interés práctico. Buena parte del trabajo psicoanalítico es también un trabajo de tipo histórico-hermenéutico. Una reconstrucción de la biografía del paciente, tal vez desde el seno materno o el trauma del nacimiento; una reconstrucción de todos los influjos que tuvo en lo que se llama "el entrenamiento de toilette", para decirlo con un eufemismo; una recordación del período edípico; de todos los problemas de adolescencia, etc., para que el paciente adquiera un sentido global de lo que es su problema, para que él mismo pueda reconstruir y orientar su vida de una manera "adaptada a la realidad" como dicen los psiquiatras, es practicar una disciplina de corte histórico-hermenéutico. Así podríamos precisar cómo se hace ciencia guiada por el interés práctico con mucha dedicación, con mucho rigor, con un trabajo serio de una comunidad científica. Así también podríamos precisar cómo este estilo de hacer ciencia está directamente ligado con la interacción social y en particular con el lenguaje y la comunicación-

El interés de liberación. Habermas identifica un tercer interés que busca la liberación, la emancipación, y conduce a las disciplinas critico-sociales. Lo llama interés emancipatorio. Está caracterizado, para subrayar también dos verbos, por "develar" las dependencias, en el sentido de quitar el velo que oculta las ataduras, y por "romperlas". El interés emancipatorio busca descubrir todas aquellas ataduras de la realidad, todas aquellas esclavitudes de las que somos todos víctimas más o menos inconscientes, y busca la mejor manera de romper esas cadenas. Busca entonces liberar, emancipar, y podría llamarse también "interés liberador". El estilo de quehacer científico corrrespondiente produce disciplinas llamadas críticas o crítico-sociales. Este interés emancipatorio de las disciplinas críticas es desacreditado como anticientífico por las personas que se ubican en los dos tipos anteriores. Las personas que manejan muy bien el estilo empírico-analítico dicen que estas disciplinas son sólo charlatanería, y que no son ciencias sino ideologías. Los que manejan bien el estilo histórico-hermenéutico dicen también que las disciplinas empírico-analíticas son sólo instrumentos que ellos necesitan para hacer la verdadera ciencia, y que las disciplinas críticas son "mera ideología". Sin embargo, desde el punto de vista crítico es perfectamente explicable por qué estas personas tienen que desacreditar este estilo de hacer ciencia, mientras que ellos no pueden ver desde su punto de vista más estrecho, que este estilo sí es científico; tienen que verlo necesariamente como no científico, pues es una amenaza a su propia manera de hacer ciencia. Podríamos decir pues que hay un tipo de hacer ciencia, de practicar disciplinas sociales con un interés diferente, que no hay por qué descalificar como no científico, que busca develar aquellas cadenas veladas u ocultas con las cuales nos encontramos atados en nuestra praxis histórica, y busca encontrar la manera de romperlas, de liberarnos de ellas. No tiene un interés meramente especulativo, simplemente de ver lo que hay ahí, describirlo, explicarlo y comprenderlo, sino de proporcionar las armas teóricas para romper esas cadenas que ha mostrado que existen.
Este estilo de hacer ciencia que lleva a las disciplinas crítico-sociales, está directamente relacionado con el factor de poder que estructura la interacción social. Descubre en el trabajo los aspectos que llevan a la alienación, y en el lenguaje los aspectos que lo convierten en instrumento de manipulación. Analiza la comunicación falseada que se da en una sociedad dividida y los factores que impiden una verdadera comunicación liberadora. Estudia los aspectos afectivos que ocultan con flores las cadenas y que se convierten en ataduras invisibles, y los aspectos del poder que se convierte en dominación.
No puede pues decirse en forma antidialéctica que el estilo empírico-analítico tiene que ver sólo con el trabajo, que el estilo histórico-hermenéutico sólo con el lenguaje y que el estilo crítico-social sólo con la interacción, o sólo con el poder. Si se analizan las relaciones sociales como trabajo e interacción, o como trabajo, lenguaje e interacción, o si se analiza la interacción en su aspecto comunicativo, su aspecto afectivo y su aspecto de poder, puede verse que la relación entre los estilos de hacer ciencia social y esa esquematización de las relaciones sociales es más compleja y requiere un análisis más específico, que no es del caso profundizar en este trabajo.

La psicología Tomemos por ejemplo de nuevo, algunas de las disciplinas de las ciencias sociales para que veamos como funcionan según los diversos tipos de interés. Empecemos por la psicología; durante los años 70 hubo una hegemonía de la psicología conductista, hasta el punto de que en muchas universidades no hubo más remedio que decir "O se van, o nos vamos!". Era imposible la convivencia debido a la descalificación mutua entre las diversas escuelas psicológicas; se llegó a decir por ejemplo, que sólo se aceptaban tesis y artículos escritos con un marco conductista, y que todo lo demás no era científico. Se puede ubicar claramente la psicología conductista en el estilo empírico-analítico. La psicología conductista pretende explícitamente predecir las respuestas de los sujetos a cada constelación de estímulos y pretende controlar los estímulos para que las respuestas sean las deseadas. ¿Deseadas por quién? Esto no se lo preguntan ellos explícitamente. Skinner dice que ese no es problema del psicólogo. Hay que leer la introducción a Ciencia y conducta humana de Skinner para ver una posición empírico-analítica seria, tan bien sustentada que llegó a deslumbrar a los psicólogos de todas partes, inclusive de los sitios más críticos como la Universidad Nacional de Colombia, y que llevó a aceptar solamente la psicología conductista como ciencia y a rechazar las demás escuelas psicológicas como pura especulación. Sin embargo, como decíamos, la psicología de corte Rogeriano y la de corte Freudiano, son verdaderas ciencias que se hacen al estilo histórico-hermenéutico, y que muestran precisamente por qué pueden fracasar ciertos tratamientos conductistas; recordemos la película "La naranja mecánica una vez que el héroe está ya perfectamente condicionado a responder como se quería, se cae de la ventana y vuelve a quedar en la línea de base, en las mismas condiciones iniciales. Estas disciplinas afirman que hay una serie de complejos muy profundos, a los cuales el tratamiento del análisis conductual o del condicionamiento operante no alcanza a responder. Es posible mostrar cómo si usted se mantiene dentro del estilo empírico-analítico, usted puede decir que la psicología conductista es el único método científico serio, y decirlo de buena fe, limitando ascéticamente su interés a la descripción rigurosa y la explicación estadística que se utiliza en el análisis experimental de la conducta. Los que tratan de desacreditarlo como anticientífico, o como imperialista u otras cosas peores, tampoco han entendido lo que es hacer ciencia seriamente al estilo empírico-analítico.
Si se estudia cierto tipo de psicoanálisis, como por ejemplo, el de Erich Fromm, se ve que allí se muestra cómo las ideas de "adaptación" y de "normalidad" que usa el psicoanálisis hermenéutico, están ya orientadas a someter a la persona a una sociedad y a sus normas. Si se lee a Gules Deleuze en sus libros contra la psiquiatría, y se lee algo de la escuela llamada "antipsiquiatría", se ve cómo ellos señalan que en una sociedad dividida como la nuestra, en una sociedad irracional como la que vivimos nosotros, tal vez el ser esquizofrénico es una ventaja y hasta una necesidad, y se comprende por qué tratar de ajustarlo a uno a una realidad intolerable, es precisamente una violencia de tipo psicológico; hay pues algunas disciplinas psicológicas críticas muy serias y los escritos de la Escuela de Frankfurt muestran que hay una manera de hacer psicología crítica, muy científica, que trata de develar precisamente al interior del discurso hermenéutico y del discurso empírico-analítico de la psicología una serie de ataduras implícitas que están ahí y que están siendo impuestas al paciente.
[…]
La sociología
Tomemos finalmente el caso de la sociología. Hay una sociología funcionalista sumamente bien desarrollada con indicadores muy precisos de los estratos socioeconómicos, y descripciones muy finas de los estados en que se encuentran los diversos sistemas sociales. Hay sociología de los pequeños grupos; hay sociología de la familia campesina en ciertas regiones del país; hay sociología de las grandes masas urbanas, etc. Presentan un gran acopio de datos que permiten predecir que si estos campesinos se van a vivir a cierto barrio de tal ciudad, la familia va a pasar por tales etapas con una altísima probabilidad; va a tener tal tipo de vivienda, de comportamiento, de vocabulario, etc. Todo esto es sociología funcionalista sumamente bien desarrollada, muy útil y muy importante. Un sociólogo de estilo empírico-analítico trata de desacreditar naturalmente a todo otro intento sociológico como no científico, porque no es cuantificable, porque no tiene indicadores muy precisos, etc. Pero antes de esta sociología está la sociología de Max Weber, que precisamente la entendía como lo que él llamaba "Sociología de la comprensión" (Verstehenssoziologie). Al analizar una familia campesina que se va a la ciudad ya no se toma nota únicamente de sus índices de consumo, de cuánto dinero le dan a los niños, de cuántos van a estudiar, de cómo va a aumentar el nivel de escolaridad, etc. Eso es sólo un medio de pasar a reconstruir el mundo en que vive una familia campesina que va a la ciudad: el sentido que le da a los conflictos de tipo ético, de tipo valorativo, que encuentra en una sociedad diferente; las rupturas intergeneracionales que surgen allí, el sentido global de las prácticas que parecen "irracionales" o "atrasadas". Se producen libros muy finos sobre estudios de caso, por ejemplo Los hijos de Sánchez de Oscar Lewis, en donde uno realmente tiene que decir: "Esto es ciencia; no es una novela". Es una observación sistemática de varios años, con muchas horas de grabaciones, con una serie de cuadros, y una serie de interpretaciones que muestran un trabajo científico muy serio. Este trabajo serio es también científico, aunque no es de estilo empírico-analítico, sino de estilo histórico-hermenéutico. El intento de reconstruir lo que fue una familia burguesa del siglo pasado en Alemania, lo que fue ese ambiente, que se nota hasta en el más pequeño detalle de la decoración, del vestido, de la educación, es un trabajo sociológico muy serio, pero no es de estilo empírico-analítico: busca la comprensión global del fenómeno al estilo histórico-hermenéutico.
La crítica de la sociología misma, por ejemplo, dentro de la crítica de la ideología, ya no es sociología de estilo empírico-analítico ni histórico-hermenéutico. Trata de mostrar más bien cómo la sociología no es netamente diferenciable de la economía, de la historia, de la psicología, de la literatura, de la antropología, sino que la sociología está ocupando un espacio teórico en el cual ella misma no sabe en dónde empieza ni dónde termina; puede decirle cómo puede estar siendo utilizada para dar como aceptable, como normal, y como correcta, una cierta combinación de elementos que es puramente histórica y deleznable, que tal vez debería desaparecer, o que está ya en vías de desaparecer.
Muestra cómo la sociología misma trata de absolutizar los sistemas para que se perpetúen, y de proporcionarles elementos de homeóstasis que los mantengan en su rodamiento, en vez de dar elementos a los que están siendo molidos por esas ruedas, precisamente para desestructurar esos sistemas. Todo este tipo de crítica a la ideología surge también dentro de lo que se llama sociología del conocimiento. Estas sociologías son disciplinas igualmente serias, que merecen también el calificativo de científicas. Pero hay quienes tienen mucho interés en decir que las sociologías críticas son especulación pura. La sociología crítica busca develar lo que se oculta bajo esa descalificación.
En la psicología, en la economía y en la sociología hemos podido pues identificar, dentro de la disciplina del mismo nombre, tres tipos de interés esencialmente diferentes, con los cuales se producen tres estilos diferentes de ciencia antrópica. El Cuadro No. 2 sintetiza estos conceptos.

CUADRO




























Conclusión
[…] Analizamos los tres tipos de intereses intrateóricos que impulsan las diversas disciplinas, e intentamos caracterizar esos tres tipos de interés a través de tres parejas de verbos, tal vez un poco más directamente comprensibles que los rótulos iniciales asignados a los tres tipos de interés por la Escuela de Frankfurt: "predecir" y "controlar" par a el interés técnico, "ubicar" y "orientar" para el interés práctico, y "develar" y "romper" (o "liberar") para el interés emancipatorio. Señalamos también el estilo de disciplina científica que se desarrolla a partir de cada tipo de interés, y analizamos los casos de la psicología, y la sociología.
Es de esperar que la reflexión sobre esos niveles de disciplinas científicas, sobre esos tipos de interés y esos estilos de hacer ciencia, nos permitan orientarnos mejor dentro de la diversidad de prácticas y disciplinas científicas que ocupan un lugar cada vez más preponderante dentro de nuestra sociedad contemporánea.
En segundo lugar, la contribución principal que quería yo aportarles a ustedes en esta discusión es la de develar cómo al interior mismo del interés teórico no hay esa absoluta pureza del científico, sino que el científico más serio tiene que reconocer que dentro del aparente "desinterés teórico” mas puro hay por lo menos estos tres tipos de intereses, que producen estilos diferentes de hacer ciencia, que producen productos científicos diferentes, y que tienen diversas ubicaciones en la actual confrontación sociopolítica, en la cual la ciencia es sólo uno de los campos de batalla.
En tercer lugar, quiero que no se me interprete en el sentido de que yo estoy tratando de descalificar el estilo empírico-analítico. Lo que quiero decir es que estas disciplinas guiadas por el interés técnico, que son la mayor parte de la ciencia moderna, la parte que produce más resultados, más llamativa y más brillante, sigue siendo muy importante; más aún, que la práctica seria de las disciplinas empírico-analíticas, es imprescindible y básica, en el sentido de que la persona que quiere hacer ciencia al estilo histórico-hermenéutico sin tener grandes bases empírico-analíticas, está buscando probablemente una ubicación y una orientación puramente ideológica, o está tratando de encubrir su toma de posición ideológica previa con un ropaje científico; y que la persona que quiera hacer ciencia crítica sin tener un dominio serio y sistemático de los estilos anteriores, probablemente no está siendo un verdadero crítico científico sino un "criticón" totalmente anarquizante, arriesgándose así a que su bien intencionada crítica, por ignorar precisamente la seriedad científica de los estilos inferiores, se quede casi siempre totalmente estéril, o se torne en muchos casos, contraproducente.

BIBLIOGRAFIA COMENTADA : Las dos fuentes principales para este tema son:
HABERMAS, Jürgen. "Conocimiento e interés". (Traducido por Guillermo Hoyos Vásquez).Ideas y Valores, nn. 42-45 (1973-1975), 6-76. Conocimiento e interés. Madrid: Taurus, 1982.