8.1 Acerca de la marginalidad


ACERCA DE LA MARGINALIDAD

LIC. GLADYS ADAMSON

Pensar acerca de la marginalidad es partir de un planteamiento topológico. La misma palabra tiene una significación espacial. Margen es un determinado lugar en una página por ejemplo un espacio, ubicable dentro de un topos mayor (topos: lugar). El Diccionario de la Real Academia Española señala: margen extremidad y orilla de una cosa (del latín margo). Es interesante que también signifique ocasión, oportunidad, motivo para un acto o suceso Por ejemplo me queda un margen para maniobrar. Creo que es importante rescatar este ultimo sentido para sortear o neutralizar la mirada estigmatizadora que podamos tener acerca de aquello que está al margen1/2.

La Psicología Social concibe a la sociedad teniendo en cuenta 1) una dimensión topológica estructural y 2) una dimensión de imaginario social.

DIMENSIÓN TOPOLÓGICA ESTRUCTURAL

Desde el punto de vista topológico estructural no corresponde hablar de marginalidad sino de marginados. Aquí el empleo del verbo es fundamental porque, estar ubicado en el margen, no es producto de una voluntad consciente, no hay una elección personal en ello. En Argentina, en determinado momento histórico como fueron las primeras décadas de este siglo la marginalidad tuvo una valoración positiva y hasta romántica producto de una ideología anarquista donde se valoraba la no inclusión, la no aceptación de un sistema social regulado por el Estado. Pensemos en Roberto Arlt y sus personajes de Los siete locos. Progresivamente a lo largo de nuestra historia ser un marginal comenzó a adquirir una significación peyorativa, inclusive temible asociada a la delincuencia, a la violencia, la droga, el crimen, etc.

Por ello es importante sostener una visión estructural: los marginados pertenecen a un determinado campo social. Cuando hablo de campo social estoy tomando un concepto de Pierre Bourdie para quien concebir el espacio social topológicamente, implica distinguirlo en diferentes campos. Los campos a su vez definen determinados lugares, incluso geográficos en una sociedad y que se rigen por determinadas lógicas o reglas de juego, reglas que distinguen un campo de otro. No es lo mismo el campo militar con sus reglas de juego específicas que el campo artístico. Inclusive las reglas de juego de un campo a otro pueden responder a lógicas opuestas.

El concepto de campo corresponde a lo que Enrique Pichón Riviere denomina ámbito comunitario. Para este autor, creador de la Escuela Argentina en Psicología Social, la sociedad no es un todo homogéneo ni puede concebirse como una totalidad. Mas bien es todo lo contrario. La crisis de la modernidad la signa con un rasgo de fragmentación que él metaforiza con la imagen del Parque de diversiones.3

El ámbito comunitario no designa a LA comunidad. Siempre va a implicar una cultura particular4 dentro de una sociedad o de un país para utilizar fronteras o límites geográficos mas o menos arbitrarios. Pichón Riviere dentro del ámbito comunitario, como cultura particular, distingue otros ámbitos que son el individual (psicosocial), grupal (sociodinámico) e institucional.

Desde una perspectiva estructural nos planteamos entonces un mapa donde ubicamos a los marginados dentro de un campo determinado. Ese campo social tendrá reglas de juego que corresponderán a la articulación o interrelación de lógicas subjetivas, grupales e institucionales propias de ese campo y que se expresará en las normas, valores, interjuegos de instituidos, peculiaridades de las narrativas y del lenguaje. Aquí las instituciones pueden operar por presencia, ausencia o exceso. Esta perspectiva estructural es importante de tener en cuenta cuando uno reflexiona acerca de la producción de subjetividad.

Un interés fundamental de la Psicología Social es poder indagar como se constituye la subjetividad a partir de un contexto social o para decirlo en términos de Pichón Riviere, poder dar cuenta cómo la macro estructura social deviene fantasía inconsciente, deviene escenario o ecología íntima subjetiva.5

Pertenecer, como sujeto, a este campo de margen o de marginados implica desarrollar una práctica social relativa a la producción material de recursos de supervivencia, produciendo también determinadas formas de relaciones intersubjetivas.

DIMENSIÓN DE IMAGINARIO SOCIAL

Corneluis Castoriadis se pregunta qué es lo que mantiene unida a una sociedad y responde, que lo que la mantiene unida es una urdimbre de significaciones sociales que denomina imaginario social eficaz. Este imaginario es producido socialmente por creación y establece qué es un hombre, qué es una mujer, un niño, qué es el Estado, el pecado, la virtud, etc. Pero además de lo instituido hallamos también el imaginario social radical que designa lo instituyente, que siempre se halla presente en toda sociedad, especialmente en las democracias.6 Cada campo social o ámbito comunitario produce un determinado universo representacional, particular del imaginario social. Esta trama de significacions designa tanto aquello que es propio de ese campo como también las reglas de juego que hacen posible su puesta en cuestión y que brinda la posibilidad del cambio. Definir como imaginario social el universo simbólico de cada ámbito, implica que este concepto pierda su homogeneidad en relación con la sociedad concebida como una institución total y pasa a denominar el universo representacional de cada ámbito especifico. Forma parte del desarrollo de teorías grupalistas y organizacionales el hablar de novela grupal y de cultura organizacional, que designa la dimensión imaginaria de cada ámbito.

Estas precisiones son importantes a la hora de pensar ciertas significaciones propias de los marginados y que no coinciden con el imaginario social concebido desde el poder. Por ejemplo, entre ambos grupos sociales generalmente no coinciden las significaciones de aquello que es bueno o malo, lo que es delito o razonable, lo que es digno o indigno. De otra manera no se entiende por qué, en un barrio carenciado, un niño de once años, hijo mayor de una familia numerosa que carece de padre y que entrega a su madre todo lo que roba, tenga consenso social y para sus pares y vecinos sea considerado un buen hijo y una buena persona.

El campo con sus diversos ámbitos designa un lugar (incluso geográfico), un posicionamiento y pertenencia social, una específica interrelación institucional, con organizaciones ya sean educativas, laborales o policiales y su articulación con grupos y sujetos. Estas estructuras objetivas externas van a producir estructuras subjetivas a las que Bourdie denomina hábitus y que Pichón Riviere define como esquemas referenciales.

HACIA UNA EPISTEMOLOGÍA CONVERGENTE

Decíamos entonces que una concepción psicosocial de la sociedad rescata dos dimensiones 1) estructural donde es importante la posición del ámbito de que se trate y 2) una dimensión del imaginario social propio de ese ámbito. Señalábamos que nuestra sociedad es concebida por Pichón Riviere desde una dimensión estructural, como un espacio que alberga tramas vinculares que operan según ciertas lógicas de relaciones y que difieren de un ámbito a otro. Dichas lógicas dependen de la praxis que dicho ámbito necesite desarrollar en función de su producción y reproducción. Las reglas de juego de cada campo se establecen en función de su objetivo o tarea. No es lo mismo el ámbito familiar y su lógica centrada en el desarrollo integral (intelectual, afectivo, sexual, vital) de sus miembros, que una institución militar cuyo objetivo es preparar a sujetos y grupos para el enfrentamiento con enemigos. Esto significa que cada ámbito desarrolla tramas vinculares y estilos de relaciones que están signadas por un objetivo especifico. A este objetivo Pichón Riviere lo denomina tarea. Cada grupo o institución tiene una determinada tarea que define su direccionalidad y el sentido primordial de su esfuerzo o de la economía de su acción. Este autor elige el termino tarea y no trabajo porque tarea remite a una misión, tiene un sentido prospectivo más ligado a un deseo o proyecto, en cambio trabajo remite desde su sentido etimológico a una condición de sometimiento.7 El resultado de la práctica o la praxis llevada a cabo por los sujetos en ámbitos determinados tiene como consecuencia la producción de subjetividad. No solo se producen objetos sino que también se producen sujetos. Dar cuenta de la producción de subjetividad centra la cuestión, fundamentalmente, en que la experiencia de socialización implica la conformación de una estructura subjetiva que Pichón Riviere denomina esquema referencial. Este término designa los modelos con los que el sujeto piensa, siente y opera en el mundo.

La teoría de Pichón Riviere en este sentido es una concepción que articula las posiciones objetivistas y subjetivistas, las estructuralistas y las históricas, las lingüísticas y las dialécticas.

Capital económico, cultural y social Una noción importante de Bourdie es la noción de capital que define la posesión y acumulación de recursos propios de un campo determinado. Bourdie distingue tres clases fundamentales de capital: el económico, el cultural y el social. El capital cultural es un capital informacional que puede estar incorporado en los sujetos, puede estar en objetos e instituciones. El capital social es la suma de los recursos, actuales o potenciales, correspondientes a un individuo o grupo, en virtud de que éstos poseen una red duradera de relaciones conocimientos y reconocimientos mutuos más o menos institucionalizados, esto es, la suma de los capitales y poderes que semejante red permite movilizar. Pensar en términos de Bourdie nos lleva a preguntarnos por la lógica de la práctica de los marginados. Cómo elaboran sus rituales, sus valores, en síntesis sus reglas de juego intersubjetivos. Con qué capital o recursos cuentan, a qué campo pertenecen?

Bourdie no habla de esquema referencial como Pichón Riviere, pero sí plantea el concepto de hábitus, que son sistemas perdurables y transponibles de esquemas de percepción apreciación y acción resultantes de la institución de lo social en los cuerpos (o en los individuos biológicos) y los campos, sistemas de relaciones objetivas que son el producto de la institución de lo social en las cosas o en mecanismos que poseen la casi‑realidad de los objetos físicos.8

La marginalidad debe ser entendida entonces como ese ámbito o espacio en la sociedad, que opera como un campo que se rige por una determinada lógica o reglas de juego producto de la praxis o de las prácticas sociales necesarias para la supervivencia de los sujetos de ese campo y para la supervivencia del mismo campo. Bourdie señala que un campo sólo puede funcionar si encuentra individuos socialmente predispuestos (...) a arriesgar su dinero, su tiempo y, a veces, su honra o su vida para perseguir las apuestas y obtener las ganancias que el campo ofrece.

¿Qué ganancias ofrece la marginalidad? ¿Hay algún capital que se pueda reconocer como propio de la marginalidad?

Señalábamos que no hay una elección voluntaria a ocupar el espacio de la marginalidad. Hay todo un interjuego de ámbitos y de sistemas que tiende a desplazar a determinados sujetos a un espacio prácticamente carente de recursos y de contención institucional. Debemos pensar en los universales que determinan a este campo, además de las razones particulares que puedan haber llevado a un niño por ejemplo a elegir el espacio de la calle para huir de la violencia física y simbólica de su familia. Mas que alguien libre de elegir, tenemos a un ser atrapado en un interjuego de instituciones productivas, educacionales, familiares, judiciales, policiales etc. que lo colocan casi en la única elección posible.

El espacio de la marginalidad podríamos decir está en las grietas de la sociedad, lugar más caracterizado por la ausencia de las instituciones o la aparición brusca o disruptiva y abusiva de la institución, la policial por ejemplo. Incluso el reformatorio, las instituciones del menor y aun la escuela misma, adquieren un sentido más disciplinario para el caso de los marginados que de desarrollo vital.

Los marginados tienen ciertos rasgos comunes que nos lleva a pensar que alguien puesto en esa posición social, no tiene otro destino mas que la marginalidad. Hay una serie de circunstancias que se caracterizan por la ausencia de instituciones de contención y sostén. Pertenecen a familias que han emigrado y por lo tanto han perdido el sostén de esa urdimbre de significaciones que caracterizan a la cultura particular de cada región, ( son obreros rurales que llegan a la gran ciudad)l con padres desempleados (ausencia de institución laboral), con baja instrucción (ausencia de escuela), de familias numerosas y que aumentan las exigencias de alimentación y socialización en general. Todas estas condiciones predisponen a un clima de frustración, impotencia y por lo tanto violencia. Ello promueve la disgregación familiar por lo cual se pierde también a la familia como una institución de contención y refugio. La frustración y la impotencia prolongada predisponen a las adicciones, el alcohol, la droga. Tienen una ubicación geográfica determinada, las afueras de las grandes ciudades. En la Argentina el segundo y tercer cordón de Buenos Aires ubica a la población más pobre y marginal. En el interior del país la pobreza no promueve la marginalidad como en las grandes ciudades, ya que la comunidad más pequeña tiende a preservar los lazos familiares, de amistad y parentesco, y el acceso a las instituciones no es anónima, será personalizada.

Los niños de la calle están en una dialéctica de la necesidad. No hay margen para el deseo. La subsistencia diaria es urgente y si es necesaria la violencia para cubrirla se apela a ella.

La calle acelera el ritmo vital. No hay valores que se mantengan estables, son efímeros. No hay ley por lo tanto están sujetos al capricho del mayor, del mas fuerte o el más arriesgado.

CONDICIONES ESTRUCTURALES DE LA MARGINALIDAD

Los marginados en su gran mayoría en Latinoamérica en principio son pobres. Por más que se ha ensanchado el margen la gran mayoría pertenecen al campo de la pobreza. No han culminado la instrucción primaria o a lo sumo la han terminado.

Sus familias son supernumerarias. Pertenecen a familias que se han desmembrado

Sus padres son desocupados o tienen ocupaciones temporarias. No hay una pertenencia a una institución laboral fija.

El hecho de que las condiciones estructurales de la marginalidad tengan que ver con la pobreza es preocupante, porque ésta se halla en expansión en Latinoamérica. El informe Desarrollo humano 1992 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, específica que las polarizaciones sociales están en crecimiento. El 20% más rico de la población mundial es dueño del 82,7% del Producto Bruto Mundial.

Según este informe las distancias entre el 20% más rico y el 20% más pobre de la población mundial se ha duplicado en los últimos 30 años.

En 1980 el 38% de los latinoamericanos pertenecían a la franja de los pobres o estaban por debajo de la línea de la pobreza. Esto implica 4 de cada 10 latinoamericanos.

En 1990 el Proyecto Regional ONU de superación de la pobreza señaló en la Conferencia Regional de los países de América Latina sobre la Pobreza (Quito 1990), que el 62% de la población latinoamericana estaba en situación de pobreza. Esto significa que uno de cada dos latinoamericano está en situación de carencia con relación a sus necesidades básicas de desarrollo humano.

La década del 80 ha sido una década de avance casi arrollador de la pobreza en Latinoamérica, señala B. Kliksberg9. Ello ha coincidido con el auge de las estrategias neoliberales en los gobiernos latinoamericanos.

Por otro lado la mitad de los pobres está en la categoría de pobres extremos, que son aquellos que aún dedicando todos sus ingresos a abastecerse con alimentos no llegan a ingerir las proteínas y las calorías necesarias para vivir.

Las grandes ciudades de Latinoamérica asisten a la emergencia del fenómeno de los niños de la calle. En Brasil ocho millones de niños viven en la calle expuestos a toda clase de riesgos incluso a la muerte. En los años 90, tres niños por día eran asesinados en Brasil por escuadrones de la muerte.

La marginalidad no es una problemática exclusivamente de la pobreza. También tienen que ver con estrategias gubernamentales y la decisión política de abordar esta problemática.

El desarrollo humano y social de un país no depende de su ingreso per cápita. Hay países con recursos económicos escasos y que sin embargo poseen una mejor calidad de vida de su población que otros países más ricos desde una perspectiva macroeconómica. Las tasas de esperanza de vida y alfabetización de Costa Rica, son muy superiores a las de Kuwait, a pesar de que el ingreso per capita es cuatro veces menor. El acceso a la educación y la presencia de adultos alfabetizados es superior en Sri Lanka que en Arabia Saudita, aunque en este ultimo país el ingreso per capita es 15 veces mayor. También en Arabia Saudita la mortalidad infantil es cuatro veces mayor que en Jamaica aunque triplica a este ultimo país en ingresos por habitante.

En rigor la calidad de vida de un país tiene que ver con una justa distribución de la riqueza, con el acceso de toda la población a la vivienda, a los servicios de educación, salud, trabajo y cultura. Los índices de medición de desarrollo social no deben ser económicos sino la esperanza de vida, el acceso a la educación, la participación en actividades culturales, acceso al trabajo y a una vivienda digna.

EL MARGEN SE HA ENSANCHADO

El porcentaje de los marginados se ha ensanchado en Latinoamérica y en el mundo debido a los fenómenos de desempleo, precariedad, segregación y exclusión social. Como fenómeno inédito nunca vivido en la sociedad contemporánea, aumenta cuantitativamente la población que vive en condiciones de incertidumbre.

El margen ya no lo ocupa sólo la población habitual: los indígenas, los negros, las poblaciones paupérrimas o los pobres entre los pobres, sino que hay una nueva población que la sociedad actual ha creado, que emerge de las grietas y los intersticios institucionales donde flotan sin lugar, los desempleados por tiempo prolongado, los jóvenes que buscan empleo, las víctimas de la reconversión industrial, población con falta de trabajo por tiempo prolongado o con trabajo precarizado.

La situación de margen ya no es solo una cuestión de estratificación, no es posible metaforizarlo en términos de una pirámide o en todo caso esta pirámide se ha poblado de múltiples grietas que la recorren en casi toda su extensión.

¿ Puede una sociedad democrática que postula la igualdad frente a la ley mantener una cierta cohesión social con el 20 o 30% de su población en condiciones de marginalidad?

En la concepción psicosocial la marginalidad no implica una anómia (como ausencia de valores) sino que implica que la anómia es solo momentáneamente una perdida de valores en el proceso de adquisición de otros. Los valores son cambiantes, momentáneos y fugaces. Se pasa de la valoración del trabajo a la valoración de ingresos de la manera que sea, de la pertenencia a una familia a la pertenencia de un grupo de pares, de la autoridad paterna a liderazgos contingentes, etc.

Hablar de la anómia de los marginados es algo a considerar, porque puede estar implicando una lectura desde los instituidos sociales ligados al poder. Se los define como anómicos porque no participan del imaginario social eficaz. El campo de poder siempre tiende a identificar sus intereses corporativos con el interés general. De la misma manera universaliza sus valores y quien tiene otros es señalado como carente de valores o amoral.

LA INTERVENCIÓN EN GRUPOS DE MARGINADOS

A partir de lo expuesto es importante pensar que el abordaje de sujetos que se hallan posicionados en el campo de la marginación, tenga en cuenta que se trata es de incidir con transformaciones en su esquema referencial, en sus esquemas o modelos de percibir y organizar la realidad, de valorar positivamente o negativamente determinados aspectos de su realidad, incidir en su forma de pensar, transformar sus esquemas de respuestas afectivas a determinados estímulos y sus modos de operar, accionar o solucionar conflictos que el mundo les presenta.

La modificación de los hábitus o esquemas referenciales de los sujetos no es tarea sencilla. Requiere de un proceso de prácticas sociales, vinculares, simbólicas y materiales que le permitan al marginado acceder a desestructurar su esquema referencial y volver a estructurarlo. Esta desestructuración desencadenará, en él, inevitablemente una crisis. Gramsci dice que la crisis es cuando lo viejo a muerto y lo nuevo no ha nacido aun. Sostener el proceso de cambio de un joven marginado, va a implicar inevitablemente sostenerlo y acompañarlo en el atravesamiento de sus crisis. Es necesario significar estas crisis como vitales y no como signos de enfermedad.

Dado el interés de Pichón Riviere por la subjetividad moderna, que es una subjetividad desafiada a constantes cambios, siempre le ha dado suma importancia a comprender las vicisitudes subjetivas de los procesos de cambio. Él centra su mirada en el hecho que la desestructuración del esquema referencial como inicio de todo cambio promueve una serie de vivencias subjetivas dolorosas que reactivan los miedos básicos que son el miedo a la pérdida de lo conocido y el miedo al ataque de lo nuevo. Como lo señala la sabiduría popular, más vale demonio conocido que ángel por conocer.

El momento de la crisis se caracteriza por una vivencia de soledad, inermidad y desinstrumentación para abordar la realidad, momento de ansiedad, confusión y de incremento de los miedos básicos. Es un momento regresivo o implica una regresión que requiere más que nunca un apoyo vincular, que reafirme el proyecto y la legitimación de las experiencias subjetivas por las cuales se está atravesando.

En La noción de tarea en psiquiatría10 Pichón Riviere señala que el momento de la crisis es la antesala de todo cambio estructural subjetivo y se caracteriza por la agudización de la contradicción entre el proyecto (de cambio) y la Resistencia al cambio.

‑Incremento de las ansiedades de pérdida y ataque

‑Se distancia lo real de lo fantaseado. Se incrementa la emergencia fantasmática.

‑El otro no es alguien diferente, sino que tiene un valor fantasmático y transferencial importante.

‑Se agudiza la contradicción entre el proyecto (de cambio) y la resistencia al cambio.

‑Como salida puede surgir la impostura y los mecanismos de postergación, que ocultan su impotencia frente al cambio y que se expresan muchas veces en actividades que sólo tienen el sentido de hacer pasar el tiempo y que en rigor no implican iniciar y terminar ninguna tarea.

‑Se disocia lo que se piensa, lo que se siente y lo que se hace. Mucho de lo que el sujeto en crisis hace, tiene más valor de acting que de acto voluntario consciente.

‑Vive con extrañeza las situaciones vitales de su cotidianidad. Hay una pérdida de sentido de lo que enfrenta o vive.

‑Pierde una percepción global de su ubicación como sujeto

‑No puede elaborar estrategias ni planificar un proyecto de vida.

Todas estas características propias de un sujeto en crisis se revierten cuando el sujeto a partir de un sostén vincular y de una praxis social compleja puede volver a reestructurar su esquema referencial incorporando y encarnando lo nuevos modelos de percibir, organizar, pensar, sentir y hacer en y con la realidad.

Todo este proceso no es posible realizarlo sin una participación activa del sujeto y sin que los otros significativos de su entorno social o institucional lo contengan, reconozcan y reafirmen en su diferencia.

Pichón Riviere siempre le otorgó una importancia fundamental a la posibilidad de ocupar un rol social activo. Él tuvo como psiquiatra una precoz experiencia como Director de la sala de adolescentes del Hospicio de Las Mercedes en Buenos Aires, siendo un psiquiatra recién recibido cuando formó a un grupo de sus pacientes como enfermeros y éstos se constituyeron en excelentes colaboradores. La consecuencia de ello fue un incremento de los signos de salud de estos pacientes psiquiátricos, que pasaron a ejercer un rol de responsabilidad frente a sus antiguos compañeros con el reconocimiento y valorización de su Director.


· Psicóloga Social, Directora de la Escuela de Psicología Social, Quilmes, Buenos Aires, Argentina.

1 Siempre pensé que Enrique Pichón Riviere debía parte de su lucidez al hecho de pertenecer a esa marginalidad lúcida que fue la vanguardia intelectual de la primera mitad del siglo XX, en la Argentina.

2 La comunidad suele darse soluciones alternativas que están al margen de los sistemas de reglas e instituidos sociales como el Club del Trueque por ejemplo, que se sitúa al margen del sistema de comercialización capitalista.

3 Engranaje y envoltura, en: Psicología de la vida cotidiana. Argentina, Nueva Visión, 1998. En este articulo, Pichon Riviere compara a la moderna sociedad industrial con un parque de diversiones, metáfora que nos evoca la diversidad de lugares (kioscos), cada uno con reglas de juego diferentes. No es lo mismo la propuesta participativa y reglas de juego del tren fantasma que la de tiro al blanco o las pruebas de fuerza, etc.

4 Ex profeso no hablo de subcultura para no connotar que hay culturas particulares que están por debajo de otras, por el prefijo sub.

5 El interés de Pichón Riviere nunca fue indagar solamente cómo la sociedad produce subjetividades capaces de reproducirla, sino también cómo la subjetividad cambia su contexto social, por eso no habla sólo de sujeto producido sino de sujeto productor y producido.

6 CASTORIADIS, C. Los dominios del hombre: las encrucijadas del laberinto. España, Gedisa, 1988, pág. 68.

7 Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, Tarea proviene del árabe tariha: encargo de alguna obra, también misión; en cambio, trabajo, proviene del latín tripalium, aparato para sujetar las caballerías, de tripalis, de tres palos. Su referencia es yugo.

8 Bourdie y L.J.D.Wacquant. El hábitus es la encarnación de lo social. México, Grijalbo, 1995, pág. 87.

9 B. Kliksberg. Pobreza un tema impostergable. Fondo de Cultura Económica, México, 1993.

10 PICHON RIVIERE, Enrique. El Proceso Grupal. Buenos Aires, Nueva Visión, 1997.